Una tarde lluviosa un oleaje de tentaciones tocaba nuestra piel hasta convertir nuestros besos en una rica sensación de placer.
Una chispa de agua exploto en nuestras ropas haciendo que dos luceros se prendieran y llevarte a un abismo de lujuria, nos desnudamos bajo aquella tormenta y nos entregamos cuerpo y alma así como las mariposas se posan en los arboles me dejaste en el para posar mis alas en tu cadera.
El rose de nuestros cuerpos se evaporaba en aquellos besos que nos hacían perder hasta el ultimo aliento pidiendo clemencia, deslizaste a un suculento manjar para probar el néctar de aquella pasión terminando y dejar salir el sol.
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